Ama a tu prójimo como a ti mismo

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Es necesario enseñar bíblicamente el correcto significado de amar al prójimo, ya que para muchos esto representa el aval o certificado que lo justificará delante de Dios o lo que le permitirá su entrada al cielo, por eso vemos un mundo esforzándose en las obras, en el que debo hacer, que debo realizar, pero que ni tiene idea que somos salvos por gracia, mediante la fe en Jesucristo.

La palabra “prójimo” que se utiliza en los evangelios de Mateo 22 y Marcos 12, es “plesíon” significa el que está cerca de ahí, su aplicación se relaciona con las palabras compañero, amigo o vecino. En el A.T. algunas palabras que se traducen como “prójimo” son: Amith que significa “igual, compañero”. Qarob se refiere a “quien está cerca”. Rea, la palabra usada con más frecuencia, significa “amigo, compañía”. Cuando se sustituye rea por reuth, se comprende como “amiga, compañera”. Shaken significa “morador, habitante”, generalmente cerca de uno. Todas estas palabras implican proximidad y conocimiento mutuo. Otra definición de prójimo es cualquier individuo o persona, por eso se considera un sinónimo la palabra “semejante” porque nos referimos a otro ser humano.

Mateo 22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Marcos 12:31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Es importante estudiar que estas palabras Jesús las responde a los escribas y fariseos (maestros de la ley) quienes buscaban tentarle (Mateo 22:34), para los fariseos fue algo paradójico que Jesús se refiera al prójimo como a cualquier otra persona sin ninguna distinción, ya que los fariseos habían limitado el término “prójimo” solamente a los de su propia nación, amigos y quienes le favorecían en alguna forma, pero Jesús fue aún más claro con esta enseñanza cuando le explica la parábola del buen samaritano a un intérprete de la ley (Lucas 10:25-37). Jesús explicó el punto de manera tan clara que al doctor de la ley le fue totalmente imposible evadir la respuesta obvia. Definitivamente Jesús quebró el orgullo de todos los que se consideraban una clase superior y las barreras del racismo. Ahora, sabiendo que mi prójimo es cualquier persona que me rodea, usted debe conocer el real significado de amarlo como a uno mismo.

El cristiano cuando nace de nuevo (espiritualmente hablando), entiende cuán grande es el amor de Dios para con él, pues mereciendo cada uno de nosotros que Dios estuviese en nuestra contra y estando nosotros muertos en nuestros delitos y pecados, Dios envió a su Hijo Jesucristo para que pagara por nosotros el precio de nuestra redención, ya que no existía otra forma de ser salvos ni reconciliarnos con el Padre. Podemos definir la salvación como el amor por excelencia que ahora debe ser imitado por cada uno de nosotros, no significa que el cristiano tiene la capacidad de salvar a alguien, pero ahora es portavoz del evangelio de Cristo que es lo que pueda salvar a otros. “Damos por gracia lo que por gracia recibimos” (Efesios 2:8). La manera más clara cuando demostramos amor a nuestro prójimo, es cuando exponemos la verdad del evangelio para que ellos también sean salvos, es cuando persistimos en enseñar la verdad de la Palabra de Dios para que sea la situación que cada quien esté pasando, entienda que Dios puede darles el gozo y la paz que tanto necesitan, es cuando constantemente oramos por nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, de clases o cualquier otra persona, para que Dios bajo su voluntad extienda su misericordia sobre ellos y puedan arrepentirse de sus pecados, es cuando usamos todos los recursos que estén a nuestro alcance para predicar la verdad, porque sabemos que estamos en los tiempos finales, es cuando no podemos callar que morir sin Cristo, es lo más terrible que a una persona le puede pasar.

Amigo lector, amar al prójimo no sólo se resume en llevársela bien con los demás, evitar conflictos o no desearle mal a otros, porque muchas personas a diario demuestran gestos y señal de compasión, hasta de ser posible usan sus recursos para ayudar y beneficiar al que más lo necesita. No es que esté mal, pero ¿En qué contribuye esa ayuda para la expansión del evangelio? ¿Acaso por darle pan al necesitado, eso lo hará nacer de nuevo? ¿Acaso desearle lo mejor a otros, los convierte en hijos de Dios? R= En ninguna manera, usted podrá quedar bien como persona y hasta quizás reciba un premio Nobel de la paz, pero entienda que si usted no le predica la verdad, ese prójimo con casa o sin casa, con carro o sin carro, con comida o con salud, tristemente se perderá porque “Las obras no lo salvan ni él, ni a usted”.

El verdadero cristiano no sólo debe esforzarse en el segundo gran mandamiento, porque antes de este, está el primero que es superior:

Mateo 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

Marcos 12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Es el principal mandamiento, porque cuando amamos a Dios como lo plantea la Biblia, lo segundo vendrá como resultado del primero, es decir cuando yo amo a Dios con todo mi corazón, lo que abundará en mi boca son palabras de esperanzas para un mundo perdido, sólo expresó con mis labios palabras correctas que Glorifiquen a Dios porque vivo en su voluntad, hablo y enseño la Biblia porque de ella me nutro cada día, cuando amo al Señor con toda mi alma, mis emociones están estrechamente relacionadas con el amor al prójimo, soy más sensible a la urgencia de exponer la verdad, me entristece escuchar cuando alguien murió sin Cristo y pienso en cuántas oportunidades tuvo en su vida para cambiar y por otro lado, a pesar de la tristeza y lamento por la muerte de un hermano de la fe, me contenta saber que ya alcanzó la meta y ahora está durmiendo. Cuando amo a Dios con toda mi mente, medito constantemente en su Palabra, por lo que mis pensamientos son llevados a la obediencia a Cristo, si mis ideas, razonamientos o sabiduría, van en contra de lo que enseñan las escrituras, esto debe ser desechado, por tanto si mi mente está siendo llena de la Palabra de Dios, no hay maquinaciones contra otros, no hay deseos de buscar mal con el prójimo. Cuando amo a Dios con todas mis fuerzas, realmente no puedo poner de excusa el cansancio, ni la fatiga, ni el tiempo  para no esforzarme en las cosas de Dios, es más importante desgastarme en lo que es eterno que en aquello que es perecedero, si hay que visitar un lugar y predicar la verdad debo hacerlo, si es necesario estar de pie por varias horas con una pancarta que proclame que sólo Cristo nos puede salvar, debo hacerlo, todo ese tiempo es invertido por amor y rescate del prójimo.  Amar a mi prójimo como a mí mismo, es recordar que yo estaba perdido, pero halle una nueva vida en Cristo Jesús, por eso busco y quiero que mi prójimo también pueda conocer la verdad, no sólo para que sea salvo del infierno, sino para que pueda conocer lo grande, maravilloso que es Dios y tener una relación directa con nuestro Creador.

Nuestro hermano en la fe, también es nuestro prójimo, por eso debemos instarnos a perseverar en la fe, perdonándonos nuestras ofensas y nuestras faltas, soportándonos unos a otros, sosteniendo a los débiles, exhortando y corrigiendo cualquier actitud o desvío en la vida cristiana, con el fin de restaurar la comunión con Dios y con los hermanos, esto es bueno y agradable (Salmos 133:1), es evidencia que andamos en la luz (1 Juan 2:10), demuestra que somos discípulos de Cristo (Juan 13:35), es señal que hemos nacido de nuevo (1 Juan 3:14).

Mateo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen

Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.

Romanos 12:14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis

Gálatas 6:10  Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe

1 Juan 3:23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

Consentir el pecado no es amor, tolerar el error no es amor, pero tal como lo dijo Charles Spurgeon: “No soy enemigo de nadie, pero soy enemigo de toda enseñanza contraria a la Palabra de Dios”

Ismael Quevedo

Huir y resistir

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Me temo que muchos «cristianos» de hoy que se rinden a la seducción de la tentación, es porque no han entendido que no fuimos llamados a tener autocontrol o pensar que ahora somos lo suficientemente fuertes para no caer. Al contrario, una de las maneras de no ceder a la tentación es huir del ambiente, de las personas o de los lugares que se prestan para pecar. Por ejemplo, bíblicamente el pecado se encuentra en la embriaguez, pero usted no llega a la borrachera a menos que comience a ingerir bebidas alcohólicas, otro ejemplo es el pecado de la fornicación (acto sexual entre dos personas que no están casadas entre sí) pero una pareja de novios no aparece milagrosamente en un hotel, esto es atraído fácilmente cuando ambos buscan un espacio para compartir, donde estén solos y donde nadie les pueda ver, pero ¿qué dice la escritura?

Proverbios 22:3 El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.

1 Corintios 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 

1 Corintios 10:14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.

2 Timoteo 2:22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.

En todos los pasajes vemos que el hombre es quien debe huir de las cosas que no le convienen, porque son situaciones en las que su decisión puede librarlos de caer en pecado y ofender la santidad de Dios. El prudente es el que se anticipa al peligro y toma precauciones, por tanto esta debería ser la actitud de todo verdadero cristiano que cada día anhela agradar a Dios y en alcanzar su entera santificación, porque el deseo humano, juntamente con las decisiones que tomamos, pueden conducir al pecado. Santiago 1:14 dice «sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido». Hay una frase muy común que dice que la mejor pelea es la que se evita, de igual forma nosotros tenemos victoria cuando no entramos en el terreno de la tentación. La Biblia no enseña que las atracciones desaparecerán ni dejarían de presentarse porque ahora estamos en el camino de la piedad, por eso es necesario velad y orad para no entrar en tentación, cuando somos constantes en alimentarnos con la Palabra de Dios, cuando diariamente apartamos tiempo para orar, cuando no dejamos de congregarnos, somos más vigilantes en todas las cosas que se nos presentan y podremos discernir fácilmente cuando es necesario huir

La otra defensa del creyente es resistir, pero es importante mencionar en qué sentido la Biblia plantea la resistencia, no se trata de entrar en el terreno del enemigo y mantenernos a la defensiva, tampoco de usar palabras dirigidas a satanás y sus demonios, sino en permanecer firmes en la fe, es decir, no dejar de vivir conforme a la verdad de la Palabra de Dios. 1 Pedro 5:8 dice: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. Los hijos de Dios están seguros que el maligno no les toca (1 Juan 5:18) a menos que exista un permiso de Dios para que satanás someta a pruebas al cristiano (Job 1:6-12; 2:3-7), pero no debemos olvidar que nuestro enemigo malicioso se mantiene activo y busca acosar al creyente con tentación, persecución y desánimo con el fin de arrastrar al cristiano, sacarlo de la comunión con Cristo y de su servicio a Dios. La Biblia enseña a que no ignoremos sus maquinaciones o asechanzas, ni que gane ventaja (2 Corintios 2:11; Efesios 6:11, 12)

1 Pedro 5:9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

A medida que el cristiano conoce la sana doctrina y obedece la verdad de Dios, aumenta su capacidad para resistir al maligno. Cuando entendemos en su gran concepto el señorío de Jesucristo sobre nosotros, no tendremos problemas en resistir al diablo quien sabe que es un enemigo derrotado y no tendrá otra opción más que huir (Santiago 4:7). La única arma ofensiva que tiene el creyente es la Palabra de Dios (Efesios 6:17) porque es la única con la que podemos derrotar las mentiras del diablo, nuestra batalla se basa en confrontar el error con la verdad (Juan 17:17; Hebreos 4:12), no en andar atacando, amarrando, atando, ni en encarcelando a satanás y a sus demonios, estas enseñanzas no son bíblicas (Judas 9)

Debido al éxito satánico de la primera tentación del hombre, el diablo ahora dispone del mundo y de la carne como aliados constantes, además de la ayuda de huestes de demonios. Entre otros métodos se vale de los siguientes:

  • Siembra dudas e ideas equivocadas en cuanto a Dios y su obra (Génesis 3:1–5; Mateo 4:3, 7);
  • Procura inducir al hombre al orgullo y a la confianza en sí mismo (1 Crónicas 21:1; Efesios 4:27; Gálatas 6:1).
  • Intenta convertir los deseos naturales del cuerpo y de la mente humanos en concupiscencia y desvaríos (1 Juan 2:14–17; 1 Corintios 7:5).

La tentación no se debe confundir con el pecado, pues la sugerencia del mal no se convierte en pecado si no se acepta. En la tentación de Cristo, su cabal humanidad le permitió apreciar toda la fuerza de los embates del maligno, que pusieron a prueba la perfección de su persona, pero no pecó (Hebreos 4.15).

“Si Dios permite la prueba, el creyente no caerá si se vale de los recursos del Dios fiel, recordemos que cuando somos tentados, Él nos mostrará una salida para que podamos resistir» 

1 Corintios 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar

Ismael Quevedo