«La vanidad y el afán»

Ciertamente en el mundo hay personas pobres, de bajos recursos, algunos clase media, otros clase alta, hasta los que son millonarios, pero sin duda alguna, y sin importar donde usted se identifique, muchos viven una vida afanada, una vida con un deseo ferviente de hacer muchas cosas, un interés extremo en alcanzar metas, que todo fuese de inmediato, están tan pero tan preocupados en lo material, que sencillamente todos los días se la pasan pensando en el que harán, cómo deben proyectarse, y casi nunca reflexionan que somos polvo, han planificado tanto su vida terrenal que no hay tiempo para analizar ¿Qué pasaría si yo muero hoy? No digo con esto que debemos ser personas mediocres o flojas, que no trabajen ni estudien, sino que todo en la vida tiene su tiempo, y que debemos preocuparnos principalmente en nuestra vida espiritual, veamos que enseña la Biblia al respecto

mansion-de-lujo

Eclesiastés 1:1-8 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; más la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.

En los versículos anteriores vemos al Rey Salomón (El hijo del rey David) escribiendo que todo en la vida es vanidad, está expresando cómo el hombre se afana en tantas cosas, que sencillamente no entienden que hay algo mayor por lo que realmente deberían preocuparse, y ciertamente hay una gran verdad en ello, ¿Acaso cuando una persona muere, se lleva el carro que tanto le costó? ¿Podrá una persona vivir en su casa después de la muerte? R= En ninguna manera. Y quizás si cualquier persona común hablara estas palabras muchos dirían, “Él dice eso porque no sabe que es tener dinero, el habla estas cosas porque tiene envidia, el habla así porque no puede comprar tal cosa, etc.” Pero note que el que escribió este Libro inspirado por el Espíritu Santo, no era una persona común, era El Rey de Israel en su momento, era una de las personas más poderosas sobre la tierra, ya que humanamente podía tener lo que deseara, inclusive sus riquezas fueron mayor que la de todos los reyes anteriores a él, hablamos del Rey Salomón, significando esto, que tenía bastante base para hablar sobre la vanidad.

Eclesiastés 2:4-11 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

Al leer estos versículos vemos que a Salomón nada le faltaba, riquezas tenía, siervos tenía, un palacio precioso tenía, podía disponer de cualquier persona habilidosa en cualquier trabajo para que realizara lo que quisiera, oro, plata, piedras preciosas, comidas exquisitas y exclusivas, adicionalmente poseía una enorme sabiduría cual nunca un hombre antes de él y después de él tendría, ya que el pidió a Jehová un corazón entendido para juzgar y gobernar (1era Reyes 3:5-12). Tuvo un reinado de paz, sin conflicto con las otras naciones, inclusive Reyes de otros lugares lo visitaban, pues su sabiduría y conocimiento era incomparable (1era Reyes 10:6-7). Si lo lleváramos a la actualidad pudiese ser un hombre exitoso, con mucho dinero, que pudiera viajar por todo el mundo, tener la mansión que deseara, los autos más lujosos, siempre a la moda, lo último en tecnología, no le negaría nada a su paladar. Y quizás mucho dirán, “Bueno lo que le faltaba a él era tener muchas mujeres porque allí está la felicidad”, pero leamos lo siguiente:

Llegó un tiempo en que Salomón descuidó su vida espiritual, y apartándose de los caminos de Dios, llegó a tener hasta 700 esposas y 300 concubinas, estas desviaron su corazón e inclusive llegó a adorar y crear templos en honor de estos dioses falsos. Es decir, ¿Acaso Salomón no cometió muchos pecados sexuales al acostarse con todas estas mujeres? Claro que sí, (Por supuesto que estos pecados de Salomón, no eran aprobados por Dios) pero lo que quiero resaltar es que en todas las áreas de la vida, este rey pudo tener placeres momentáneos, pudo realizar los deseos que cualquier hombre o mujer desearían, pero había algo, todo, absolutamente todo era pasajero, era una felicidad muy breve que no llenaba su corazón, siempre quedaba un vacío en su vida, que ningún placer sexual, sueño, vicios o dinero podían llenar.

Y vemos que en Eclesiastés la palabra “Vanidad” se menciona unas 37 veces, de modo que este sabio Rey, en sus últimos años de vida, quería dejar bien claro que desperdició gran parte de la bendición de Dios por placer personal, es una autobiografía propia, donde quería advertirles a los de su próxima generación que no mal gastaran su vida en cosas sin sentido, que no cayeran en los errores trágicos que cometió al apartar su mirada de Dios, quería evidenciar que todas las metas y ambiciones personales (a pesar que muchas son necesarias) únicamente producen un vacío, y ese vacío sólo lo llena Dios. Y al final en el capítulo 12 versículo 13, termina con una de las explicaciones y una de las realidades más poderosas para la vida de todo Cristiano: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” Después de explicar durante los capítulos anteriores sobre la sabiduría humana, el esfuerzo humano, el logro humano, la vida humana, la rivalidad, sacrificio, poder, avaricia, acumulación humana entre otras, termina resaltando que toda la vida del hombre se centra en la relación de uno con Dios, todo los demás quedaba en un segundo plano para Salomón, todo lo que vivió ya era irrelevante pues se acercaba el momento de encarar el final de su vida “La muerte” ¿Y de qué le valdría al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?

Ahora ¿Esto aplicaba sólo Salomón? Por supuesto que no, somos tan humanos como él lo fue, y durante la vida de muchos personajes Bíblicos, Dios siempre dejó en evidencia las cosas buenas, como las cosas malas que ellos hicieron, de modo que tú y yo hoy aprendamos a discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto de lo incorrecto, que me conviene y que no, y cómo debo vivir para agradar a Dios. Jesús al venir a este mundo nos confirmó la veracidad de lo que escribió Salomón:

Mateo 6:25-34 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Wow que palabras tan poderosas las de nuestro Señor Jesucristo, nos recuerda que lo más importante en nuestra vida debe ser nuestra relación con Él, ya que es necesario que Él nos conozca y sólo será posible mientras tengamos diariamente una vida en intimidad y comunión con nuestro Señor Jesucristo, viviendo una vida alejada del pecado y en santidad porque entendimos que somos hijos de Él, amando a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, que siempre ocupe el 1er lugar en nuestras vidas, y que nada ni nadie nos impida leer su palabra y orar cada día, pues así como no se nos pasa comer, tomar agua, cepillarnos etc. También debemos apartar un tiempo diario para comer del alimento espiritual que el Señor nos tiene.

¿Dónde está hoy Michael Jackson? ¿Dónde está hoy Celia Cruz? ¿Dónde está hoy Albert Einstein? ¿Dónde está hoy Marilyn Monroe? En el mundo sólo queda su música, sus inventos, sus películas, su biografía, pero la Biblia es muy clara, y si estas personas nunca vivieron una vida que agrada a Dios, entonces su alma se perdió y de nada les valió tanta vanidad y tanto afán

¿Seguiremos trabajando? R= Si, ¿Seguiremos estudiando? R= Si, ¿Seguiremos vistiéndonos, comiendo, congregándonos, trabajando en la obra del Señor, disfrutando con la familia, paseando entre otras? R= Si, pero nunca se nos olvide, que nada de estas cosas deben quitarnos el tiempo que a Dios le corresponde, lo material es necesario, crecer como persona también, pero nunca dejemos que todo lo material y lo terrenal nos lleven a descuidar algo tan grande como lo es la salvación

Ismael Quevedo