A veces las personas se refieren a la Biblia como si fuese un libro más del montón, y hasta osan en compararla con otros escritos de filósofos antiguos, pero lo que muchos ignoran son sus exclusivas características, que la definen como el libro inmortal o el libro extraordinario. ¡Que se necesita fe para creer en ella! La fe proviene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17)
Muchos libros en el mundo amplían el conocimiento y llegan a los sentimientos, pero el único libro que puede impactar el espíritu, que puede generar un nuevo nacimiento, aún con corazones de piedra, es la Palabra de Dios (Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón)
La Palabra de Dios siempre ha existido, mucho antes que la creación del hombre o la invención de la escritura cuneiforme y los jeroglíficos egipcios (Juan 1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios) Verbo del griego “Logos” que significa palabra, es decir que en el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios, demostrado toda la deidad de Dios, adicionalmente Juan expone el término “Verbo” porque para la filosofía griega aludía al principio racional, razón divina o la sabiduría.
A continuación agrego otras características especiales que demuestran que la Biblia no es un libro común:
Escrita por muchas y diversas personas: Generalmente los libros son escritos por una sola persona la cual debe poseer aptitudes literarias. Una enciclopedia moderna, sin embargo, puede requerir el concurso de muchos escritores; pero todos ellos deben ser personas de vastos conocimientos en las materias de su competencia. Además son todos contemporáneos cuyos trabajos coordina y arregla una casa editora. Al contrario, los aproximadamente cuarenta y cinco escritores de la Biblia vinieron de los más variados estratos sociales y culturales. Se cuenta entre ellos con estadistas, sacerdotes, reyes, profetas, campesinos, funcionarios, eruditos, pescadores, poetas, filósofos. Algunos de ellos fueron hombres de gran talento, como Moisés, Salomón, Daniel y Pablo; otros fueron hombres sencillos, «sin letras y del vulgo», como Amós, Pedro y Juan. Vivieron en diferentes períodos históricos. Su aporte literario no fue coordinado ni arreglado por ningún jefe de redacción.
Escrita en diferentes estilos y géneros literarios: Una obra literaria muestra en su estilo el sello de su autor. Pero en la Biblia son tan diversos como los escritores mismos los estilos que caracterizan a estos hombres. Además son múltiples los géneros literarios en que se expresaron. Entre estos últimos hallamos leyes, crónicas, poesías, máximas, profecías, biografías y cartas.
Escrita en varias lenguas: Esta misma variedad de estilos, géneros literarios y formas de expresión se ve acrecentada por el hecho de que la Biblia, a diferencia de otros libros, no fue escrita en una sola lengua, sino en tres, a saber: hebreo, arameo y griego koiné. Los idiomas predominantes son el hebreo y el griego, caracterizándose el primero por su enorme riqueza expresiva y el último por su elegancia y precisión.
Escrita durante más de mil años: La producción de un libro puede tardar desde unos cuantos meses hasta a lo más algunos años. Pero en las Sagradas Escrituras tenemos una obra extraordinaria cuya formación tardó dieciséis siglos. Se comenzó en el año 1500 a.C; aproximadamente, cuando Moisés escribió el Pentateuco. Pero no se terminó hasta las postrimerías del siglo 1 de nuestra era, en que el apóstol Juan escribió el Apocalipsis. Este largo período cubrió varias edades de la historia, con todos los grandes cambios de que ella fue testigo.
Escrita en distintos lugares: Otro factor que hace de la Biblia un libro singular en su origen es el haber sido escrita en sitios tan diferentes entre sí como son: Los desiertos de Sinaí, Arabia y Judea, las escuelas de los profetas de Betel y Jericó, el palacio de Babilonia, las riberas del río Quebar, la cárcel de Jerusalén en el Medio Oriente, una escuela de Efeso en Asia Menor, las ciudades de Corinto y Filipos, la cárcel de Roma y la isla de Patmos en Europa.
La obra que más se ha vendido: En determinados períodos generalmente breves, ciertas obras han sido calificadas como éxitos de venta (250.000 a 500.000 ejemplares vendidos en unos cuantos meses). La Biblia, sin embargo, es el único libro que desde hace muchos años se mantiene en el primer lugar en lo que a circulación se refiere. Se estima que hasta el año 1932 las diferentes sociedades bíblicas del mundo habían publicado un total de 1.330.231.815 ejemplares de la Biblia o porciones de ella. Ningún otro libro puede seguir de cerca estas cifras. Y entre los que lo hacen de lejos están El peregrino de Juan Bunyan y La imitación de Cristo de Tomás de Kempís, ¡Ambos basados en la Biblia!
La obra que más se ha traducido: Con la versión de los Setenta (Traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego hecha en el año 250 a.c. aproximadamente), la Biblia fue también el primer libro que se tradujo en la antigüedad. Desde entonces se ha traducido completa o parcialmente a diferentes lenguas hasta llegar a 1.577 idiomas y dialectos en 1976. Hasta 1971 la Biblia entera se había traducido a 255 lenguas y el Nuevo Testamento a 579. Según las estadísticas de las Naciones Unidas, la Biblia es el libro que más se ha traducido, superando a los escritos de Marx, Engels y Lenin. Las Sociedades Bíblicas Unidas informan que en el año 1972 había 4.000 traductores que en diversos países preparaban nuevas versiones de las Sagradas Escrituras.
Mantiene el interés del lector: Algunos de los libros que se editan en nuestros tiempos poco a poco el público lector va perdiendo interés en ellos hasta que al cabo de algunos años mueren sepultados en el olvido. La Biblia, en cambio, cuya última parte terminó de escribirse hace más de 1.900 años, es el libro de permanente actualidad. No puede decirse lo mismo de otras obras de la antigüedad. Porque ¿Quiénes leen hoy a Homero, Horacio, Jenofonte o Virgilio? Sólo eruditos interesados en el estudio de estas obras y estudiantes compelidos por sus profesores de literatura. La actualidad de muchas obras literarias son tan pasajeras como un chispazo; la de las Sagradas Escrituras, perenne como el resplandor del sol. Muchos libros de la antigüedad están tan muertos como las lenguas en que se escribieron. Pero la Biblia, que fue escrita en tres lenguas muertas pervive como libro inmortal. Ella misma da testimonio de su inmortalidad, pues afirma ser la palabra del eterno DIOS que permanece para siempre (1 Pedro 1:23-25; Salmos 9:7 y Daniel 6:26)
Satisface las necesidades espirituales del hombre: ¿A qué se debe la inmortalidad de la Biblia? A su maravillosa virtud de satisfacer las necesidades espirituales del ser humano, las cuales han sido las mismas a través de toda la historia. «Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron» (Romanos 15:4).
Resistencia al transcurso del tiempo: A pesar de ser un libro tan antiguo, la Biblia ha resistido con gran éxito el paso destructor de los siglos. No obstante haber sido escrita en materiales perecederos, hay más copias de ella que de ningún otro libro de la antigüedad. Tan solo del Nuevo Testamento hay unos 14.000 manuscritos. El hecho de copiar a mano las Escrituras durante un período de 3.000 años (Desde que Moisés escribió el Pentateuco hasta la Invención de la imprenta) hubiera hecho posible una asombrosa multiplicación de los errores por parte de los copistas. Pero en lo que concierne al Antiguo Testamento, los escribas judíos realizaron su labor con tanto esmero y minuciosidad que llegaron a contar las letras, sílabas, palabras y párrafos de los manuscritos para cerciorarse de que no faltara nada en una nueva copia. De este modo el texto de la Biblia se ha conservado casi totalmente incorrupto. Eso no se puede decir de otros escritos de la antigüedad en los que abundan las variantes entre los diferentes manuscritos.
Resistencia a la más despiadada persecución: Asimismo la Biblia ha sobrevivido a los ataques más enconados por parte de perseguidores que pretendieron acallar su mensaje. Estos pasaron, pero ella permanece. El primer perseguidor de las Escrituras de que se tenga noticia fue Joacim, rey de Judá que quemó un escrito del profeta Jeremías. Pero éste volvió a escribir todas las palabras del primer manuscrito y le añadió otras más (Jeremías 36). Antíoco Epífanes, acaso el más feroz opresor de los judíos en los tiempos antes de Cristo, dictó un decreto ordenando que los libros sagrados de éstos fueran quemados y sus poseedores condenados a muerte. Diocleciano, emperador romano del siglo III, dirigió en el año 303 lo que al parecer fue el ataque más despiadado y generalizado que el mundo haya presenciado contra los cristianos y sus libros sagrados. Muchas Biblias fueron destruidas por el fuego en aquel entonces. Pero dos décadas después el emperador Constantino mandaba hacer 50 copias de las Sagradas Escrituras con fondos del erario imperial. Innumerables fueron también los ejemplares de la Biblia condenados, al igual que sus lectores, a las llamas de la hoguera por orden de la Inquisición. Y hasta en nuestros tiempos, ella es libro prohibido en varios países del mundo. ¿Y qué diremos de la iglesia católica romana? Ella ha sido el custodio de los libros del Nuevo Testamento, que condenan sus doctrinas y prácticas anti bíblicas
Resistencia a la crítica destructiva: Desde hace unos dos siglos hasta nuestros días, la Biblia ha tenido que soportar un ataque más insidioso, si bien no menos terrible en sus efectos. Esta vez sus enemigos han cambiado de estrategia: Ya no procuran destruirla físicamente, sino pretenden invalidar su contenido. En nombre de la libertad de pensamiento, la ciencia y la erudición moderna, los incrédulos han atacado la veracidad de este libro con el fin de minarla confianza que le tienen sus muchos lectores. No han trepidado en acusarla de estar plagada de errores, mitos y contradicciones. Con todo eso, los mismos descubrimientos científicos (especialmente los arqueológicos) se han encargado de vindicarla. Voltaire, el satírico filósofo francés, afirmó que en cien años más se extinguiría el cristianismo y que si se hallara una Biblia sería sólo como pieza de museo. ¡Pero a sólo 50 años de su muerte su misma casa era el depósito de una sociedad bíblica y en su propia imprenta se imprimían centenares de Biblias!
Conclusión:
La Biblia a pesar que fue escrita por hombres, ellos la escribieron inspirados por el Espíritu Santo, significando esto que todo el canon expone lo que Dios quería revelarle al hombre:
2da Timoteo 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia
2da Pedro 1:20-21 Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Nunca en mi vida he obtenido mal por amar la Palabra, al contrario es lumbrera para mi camino, me ayuda a tener temor y respeto a la santidad de Dios, me lleva a ser más como Cristo, porque ¿Qué beneficios o ventaja obtiene el que vive pecando? ¿Qué provecho obtiene el que miente, envidia, chismea, roba, mata, adultera o practica toda clase de inmoralidad? El que ama tales cosas no es de Dios, y lo mejor no le está por venir. Todas las evidencias que les coloqué demuestran que la Biblia es perfecta, única, pues su singular origen, su asombros difusión, su permanente actualidad, su supervivencia sin par, su objetiva franqueza y su benéfica influencia son cualidades únicas que sólo Dios pudo hacer, utilizó hombres finitos, hombres de diferentes épocas, utilizó distintos idiomas, varios lugares, muchos padecieron hambre, persecución y sufrimiento por su causa, para que hoy tu y yo podamos tener en nuestras manos, el plan de salvación para nuestras vidas. Si no quieres vivir para Cristo es tu decisión, pero ni tu lógica, ni tu intelecto, ni tu ciencia, ni tu crianza, ni tu filosofía, ni tu opinión, ni tu punto de vista, podrá ocultar o callar que la Biblia es la Palabra de Dios
Ismael Quevedo
Reflexión tomada del Libro Siempre Nuevo